No es cuestión de soberanía, sino de complicidad


En las últimas semanas, la relación entre el gobierno de México y la administración de la Casa Blanca ha tomado un giro inesperado y preocupante. Las acusaciones sobre los vínculos entre el partido en el poder, Morena y los grupos criminales han sido abrumados y repetidos, lo que ha llevado a muchos cuestionar la integridad del gobierno actual. Sin embargo, en lugar de enfrentar estas acusaciones, la respuesta ha sido desviar la atención a una supuesta violación de la soberanía nacional.

Es innegable que las relaciones entre países deben ser respetuosas y basadas en la comprensión mutua. Sin embargo, cuando se trata de la seguridad y el bien de los ciudadanos, es crucial que la verdad salga a la luz. La administración de la Casa Blanca ha hecho afirmaciones de que, lejos de ser una especulación simple, reflejan una preocupación genuina sobre la complicidad del gobierno mexicano con el crimen organizado. En este contexto, el uso de la retórica de soberanía se convierte en una estrategia para evitar la responsabilidad y desviar la atención de los problemas reales.

La narración de que la soberanía de México está atacando no solo es simplista, sino también peligrosa. En lugar de abordar las preocupaciones sobre la corrupción y la colusión con grupos criminales, se decide construir una cortina de humo que busca deslegitimar los letreros internacionales. Este enfoque no solo priva a los ciudadanos de una respuesta clara y honesta, sino que también perpetúa un ciclo de impunidad que beneficia a quienes operan fuera de la ley.

La complicidad entre algunos sectores del gobierno y el crimen organizado no es un problema nuevo, pero lo que ha cambiado es la visibilidad y la gravedad de las acusaciones. La comunidad internacional, y específicamente los Estados Unidos, han comenzado a elevar su voz con una mayor firmeza, lo que revela un creciente descontento en ausencia de acciones concretas para combatir la corrupción y el tráfico de drogas. Ignore esta realidad y enmarca como un ataque a la soberanía solo aumenta la desconfianza y el escepticismo hacia el liderazgo actual.

Es imperativo que el Gobierno de México, en lugar de refugiarse en los discursos de soberanía, asuma una posición proactiva y transparente. La responsabilidad y la colaboración internacional son fundamentales para enfrentar el flagelo del crimen organizado. La soberanía de un país no se mide solo por la capacidad de tomar decisiones autónomas, sino también por la capacidad de proteger a su población de amenazas internas y externas. La verdadera soberanía radica en la capacidad de un gobierno para mantener el orden y la justicia, y no en un silencio cómplice antes de la corrupción.

El tiempo de evasión ha terminado. Los ciudadanos merecen respuestas claras y contundentes sobre los vínculos entre su gobierno y el crimen organizado. La lucha contra la impunidad y la corrupción debe ser una prioridad, y la única forma de avanzar es enfrentar la verdad, sin máscaras ni cortinas de humo.

Al final del día, no se trata de soberanía; Es responsabilidad, ética y, sobre todo, la confianza que la sociedad deposita en su gobierno. La verdadera lucha está en contra de la complicidad, no contra las preguntas internacionales.

*Presidente nacional del PRI.



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