'Voces de la Selva Maya', el grito “desesperado” al Sureste México

"Tenemos un grito de desesperación, de coraje, impotencia", dice Efe este viernes Beatriz Garrid importante de América.
Los activistas sugieren que la destrucción de la jungla comenzó con la construcción de los 1,554 kilómetros de la trenes mayas: el gobierno del ex presidente Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), aunque Garrido aclara que "el paraí" que él llama a una casa, ubicada en Ixil, ha luchado por "12 años" en las calles, en las canchas "y con el fiscal de la que él llama una casa, ubicada en Ixil, ha luchado por" 12 años "en las calles, en las canchas" y con el fiscal de los que él llama una casa, ubicada en Ixil, ha luchado por "12 años" en las calles, en las canchas "y con el fiscal.
Es por eso que el documental, dirigido por Benjamín Soto y Carlos Samayoa, exhibe la batalla que las comunidades indígenas han dado cuando "las compañías inmobiliarias traen maquinaria para cortar de las profundidades de sus raíces", dice Garrido.
"Por lo tanto, he dejado esos 12 años y digo: 'No he avanzado nada', pero no estoy luchando por mí, estoy peleando porque tengo nietos que son pequeños y no estamos dejando nada, las raíces que estoy sembrando son para mis nietos", confiesa llorando.
Solo en 2019 a 2023, la península de Yucatán ha perdido más de 285,000 hectáreas de jungla, de esta figura 6,659 corresponden a las obras del tren maya en las secciones 5, 6 y 7, ubicadas en los Estados mexicanos de Quintana Roo y Campeche (sudeste), así como la reserva de la Biosfera de Calakmul, según las figuras de la ley ambiental mexicana (Cemda).
"Desarrollo" no tiene cara de megaproyect
Es lamentable "la forma en que la jungla se ha manejado durante décadas", y es que "no encuentran su valor hasta que puedan venderlo, hasta que puedan buscarla (...) y, de repente, encuentras que en lugar de cenotes tienes piscinas", dice el miembro del grupo del grupo del tren ', José Urbina.
A la crítica se agrega el activista ambiental y miembro de las comunidades mayas de los Chenes, Oziel Pech, quien ha visto cómo estos megaproyectos públicos privados o megagranjas degradan la vida de la jungla de Campeche que se justifican en un "desarrollo" malentendido.
"Quizás para las personas que toman decisiones, el desarrollo es un hotel o un tren en el medio de la jungla, pero para nosotros, como comunidades, podemos tener colmenas de abejas que no están envenenadas en la jungla o agua limpia, para que yo garantice que el futuro de las comunidades sea el desarrollo", dice.
Aunque estos megaproyectos tienen inversiones millonarias, solo el tren maya asciende a 515,762 millones de pesos (25,430 millones de dólares), según el Instituto Mexicano de Competitividad (IMCO), Pech enfatiza que no garantizan una mejor calidad de vida para las personas indígenas, porque son "el último enlace de la cadena, la mayor parte del tiempo de trabajo barato".
Dada esta batalla que parece interminable, Garrido admite que "me gustaría ser más fuerte para continuar luchando" por su tierra y su cultura amenazada con el grado de extinción, sin embargo, dice que "le cuesta mucho trabajo porque no hay apoyo del gobierno".
"Tan pronto como nos engañan", advierte a la activista indígena, que tiene pocas esperanzas en la administración del presidente de México, Claudia Sheinbaum, porque aunque "ella sabe el medio ambiente dice 'que van porque los proyectos van".
Desilusionado, Beatriz Garrido responde negativamente hacia la pregunta de si México tiene un presidente ambiental y agrega que el apoyo que brindan a las comunidades mayas son "lavar su conciencia".
Efusión
Foto: Efe
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